Qué hacer si a su hijo no le gusta estudiar la asignatura de matemáticas

 

Algunos padres presionan tanto a sus hijos al principio que terminan odiando el estudio. Otros padres, en el otro extremo, ignoran el progreso de sus hijos durante tanto tiempo que los jóvenes tienen dificultades para mantenerse al día con otros compañeros de clase. Entonces, ¿cuál es la mejor manera de guiar a nuestros hijos en su aprendizaje?

Jean Piaget dividió el desarrollo cognitivo en cuatro etapas: sensorimotor, preoperativo, operacional concreto y operacional formal.

Según la teoría de Piaget, los alumnos de primaria de entre siete y once años se encuentran en la etapa operativa concreta.

Es decir, el alcance de su pensamiento se limita a los detalles y las cosas. Los niños de esta edad tienen problemas para pensar de manera lógica y abstracta, y no aprenden hechos simplemente leyendo sobre los mismos. Pueden comprender y aprender cosas nuevas con más facilidad si tienen herramientas útiles. Las matemáticas, en particular, se vuelven interesantes y divertidas si los niños las entienden. De lo contrario, están limitados y tenderán a memorizar y no comprender.

Por supuesto, hay algunas fórmulas y ecuaciones que los niños necesitan memorizar, pero hay una gran diferencia entre simplemente memorizar los conceptos y memorizarlos después de que se hayan entendido los procesos. Esta es la razón por la cual la enseñanza moderna en la escuela primaria se ha orientado en gran medida al juego o la actividad.

Aprendemos un idioma al leerlo, escucharlo, hablarlo y escribirlo; dominamos la informática practicando lo que acabamos de aprender; y aprendemos ciencias haciendo experimentos de clase. Funciona de la misma manera para las matemáticas.

Para comprender los conceptos de las matemáticas, debemos trabajar con cosas concretas. Para entender una figura, los niños necesitan tocar esa figura. Para comprender cómo se crean las ecuaciones, los niños necesitan experimentar el proceso con sus sentidos.

Nada ayuda más que una experiencia positiva y entretenida. Encuentre cualquier cosa en su vida diaria que esté relacionada con las matemáticas y diviértase con ella.

Todo lo que usted y su hijo disfrutan haciendo juntos y les gusta hacer juntos, está relacionado de alguna manera con las matemáticas, las ciencias o la literatura. Por ejemplo, cuando su familia está comiendo una pizza, puede enseñarle a su hijo la relación entre una parte y el todo, la base de las fracciones. Al poner la mesa, usted y su hijo pueden discutir cuántos pares de cuchillos y tenedores se necesitarán. Esto introduce el concepto de multiplicación.

Al prestar un poco más de atención a las cosas que hacemos automáticamente y al hacer las preguntas correctas, ayudamos a nuestros hijos a absorber las matemáticas de forma natural y fácil.


 

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