Un oso deambulando por el bosque en busca de bayas cuando observó que en un árbol caído había un enjambre de abejas donde habían almacenado su miel. El oso comenzó a hurgar alrededor del tronco con mucho cuidado para averiguar si las abejas estaban en casa. En ese momento, una llegó a casa del campo de tréboles con una carga de dulce miel. Adivinando qué buscaba el oso, la abeja voló hacia él, le picó bruscamente y luego desapareció en el tronco hueco.
El oso perdió los estribos en un instante y saltó sobre el tronco para destruir el nido. Pero esto solo sacó a la luz todo el enjambre. El pobre oso tuvo que salir corriendo, y solo pudo salvarse zambulléndose en un charco de agua.
Es más sabio soportar una sola herida en silencio que provocar a mil volando en cólera.
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