Lope de Vega

Un soneto me manda hacer Violante;
en mi vida me he visto en tal aprieto,
catorce versos dicen que es soneto,
burla burlando van los tres delante.

Yo pensé que no hallara consonante
y estoy a la mitad de otro cuarteto;
mas si me veo en el primer terceto,
no hay cosa en los cuartetos que me espante.

Por el primer terceto voy entrando,
y aún parece que entré con pie derecho,
pues fin con este verso le voy dando.

Ya estoy en el segundo, y aún sospecho
que estoy los trece versos acabando:
contad si son catorce, y está hecho.


 

SERVIR A BUENOS

¡Oh lágrimas de amor, dulce violencia!
¡Oh llanto poderoso, oh fuerte encanto!
¡Oh sirena fingida, a cuyo canto
calla el rigor y duerme la prudencia!

Contigo no hay valor, poder ni ciencia,
que puede tanto un amoroso llanto,
que el cielo, con poder y saber tanto
no tiene para el llanto resistencia.

Pues siendo de mujer, celos y enojos
ni aun agravios sabrán mover el labio,
sino darle mil almas por despojos.

No se fie el más cuerdo, honrado y sabio,
porque si espera ver llorar sus ojos,
perdonará después cualquier agravio.


PORFIAR HASTA MORIR

¡Oh confusión de mi amoroso engaño!
¡Esto faltaba solo a mi tormento!
¿En qué puede ofender mi pensamiento
la hermosa causa de mi eterno daño?

¡Oh ley cruel! ¡Oh injusto desengaño!
¿Que aun no quiere que sienta el mal que siento?
¿Qué honor puede quitar mi entendimiento,
con cuyos versos mi esperanza engaño?

Mandarme que no quiera es la violencia
mayor que puedo hacer a mi sentido,
y en presencia del bien sufrir ausencia;

que estando, como estoy, de amor perdido,
aumentará el amor la resistencia;
que para largo amor no hay breve olvido.

 


CANTAR DE SIEGA

 

Blanca me era yo
cuando entré en la siega;
diome el sol y ya soy morena.
Blanca solia yo ser
antes que a segar viniese
mas no quiso el sol que fuese
blanco el fuego en mi poder.
Mi edad al amanecer
era lustrosa azucena;
¡o diome el sol y ya soy morena.

 


MAYA

 

En las mañanicas
del mes de mayo
cantan los ruiseñores,
retumba el campo.
En las mañanicas,
como son frescas,
cubren ruiseñores
las alamedas
Riense las fuentes
tirando perlas
a las florecillas
que están más cerca.
Vístense las plantas
de varias sedas,
que sacar colores
poco les cuesta.
Los campos alegran
tapetes varios,
cantan los ruiseñores
retumba el campo.

II

Sale el mayo hermoso
con los frescos vientos
que le ha dado marzo
de céfiros bellos.
Las lluvias de abril
flores le trujeron:
púsose guirnaldas,
en rojos cabellos.
Los que eran amantes
amaron de nuevo
y los que no amaban
a buscarlo fueron.
Y luego que vieron
mañanas de mayo,
cantan los ruiseñores,
retumba el campo.

(El robo de Dina.  Madrid, 1638.)

 

 


 

TRÉBOLE

 

Trébole, ¡ay Jesús, cómo gúele!
Trébole, ¡ay Jesús, qué olor!

Trébole de la casada
que a su esposo quiere bien;
de la doncella también
entre paredes guardada,
que fácilmente engañada
sigue su primer amor.

Trébole, ¡ay Jesús, cómo gúele!
Trébole, ¡ay Jesús, qué olor!

Trébole de la soltera
que tantos amores muda;
trébole de la viuda
que otra vez casarse espera,
tocas blancas por defuera
y faldellín de color.

Trébole, ¡ay Jesús, cómo gúele!
Trébole, ¡ay Jesús, qué olor!

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