En tiempos normales, la crianza de los hijos puede ser simultáneamente gratificante y agotadora… Los momentos de alegría van seguidos de un colapso, luego de lágrimas y un abrazo, lo que lleva a un tiempo de tranquilidad y luego a jugar, hasta que llega la hora de la cena y se niega a comer y se pone gruñón a la hora de acostarse hasta que finalmente se queda dormido, pero no antes de salir de su habitación para usar el baño, ver cómo está el perro y dar un último abrazo.
En los días buenos, te vas a la cama sintiéndote como un padre decente capaz de cometer errores pero cuyos hijos están prosperando.
Pero, durante la pandemia de coronavirus, los típicos altibajos de la crianza de los hijos son sólo el comienzo. Para los padres que trabajan en casa, la vida diaria es una complicación doméstica: los padres se esfuerzan por alimentar, entretener, disciplinar y enseñar a los niños mientras que al mismo tiempo cumplen los plazos de sus trabajos, atienden llamadas y tratan de ser productivos. A veces el trabajo comienza a las 6 de la mañana o a medianoche. Si no tienes suerte, la crianza de los hijos ocurre a esas horas exactas.
Las publicaciones y ensayos ampliamente compartidos en las redes sociales, nos indican que la gente está lidiando con esta nueva realidad lo mejor que puede, buscando inspiración y oportunidades. La mayoría de los padres ofrecen una cara valiente porque parece no haber otra opción: Para salvar vidas, debemos mantener las escuelas y guarderías cerradas.
Hay otra solución, pero es una de la que los padres no parecen hablar colectivamente: Presionar a los políticos electos para que concedan días libres pagados a todos los trabajadores que estén en casa cuidando a un niño que de otra manera estaría con un cuidador pagado, en la guardería o en la escuela.
La legislación aprobada el mes pasado dio algunos beneficios a los trabajadores. pero aun quedan muchos empleados de que siguen teniendo muchas dificultades para conciliar sus labores y la situación actual de pandemia. Los padres y las familias en general debemos presionar a nuestros representantes para asegurar situaciones de bienestar a todas las familias.
En el preciso momento en que los padres tratan de seguir siendo valiosos en el trabajo, en previsión de recortes salariales, permisos y despidos, sus hijos necesitan una presencia calmada y comprometida durante todo el día. Esto sería teóricamente manejable si durara sólo unas pocas semanas. Pero la escuela no volverá a abrirse hasta el otoño, y a los padres le esperan al menos unos pocos meses agotadores de trabajo físico, mental y emocional. Cada día deben elegir, en múltiples ocasiones, entre su sustento y sus hijos.
En el preciso momento en que los padres tratan de seguir siendo valiosos en el trabajo, sus hijos necesitan una presencia calmada y comprometida durante todo el día.
Además los padres, de alguna manera deben hacer frente a su propia ansiedad y estrés relacionados con la pandemia, algunos están al borde del agotamiento. Los efectos serán especialmente intensos para los padres/madres solteros, las familias que apenas llegan a fin de mes y las mujeres, que todavía realizan más tareas de cuidado de los niños y del hogar que los hombres.
Algunas empresas han sido flexibles con sus empleados, expresando empatía y animando a los padres a tomar días de vacaciones si lo necesitan. Pero no debemos poner nuestras esperanzas en la magnanimidad de las empresas cuando los padres pueden presionar al gobierno para que encuentre una solución que ayude a todos, no sólo a unos pocos.
Pero los padres no deberían detenerse ahí. También deberían exigir un rescate multimillonario para el sector de la atención infantil y sus trabajadores; la crisis es igual de terrible para ellos y para los empresarios de estudios privados tanto en formación profesional como en universitaria. Sin proveedores, escuelas y guarderías, que cuiden a los niños, no hay posibilidad de que la economía se recupere.
Ante la posibilidad de despedir a los trabajadores o de cerrar permanentemente, algunas guarderías mantienen el lugar de un niño al seguir cobrando los pagos, algunos padres están enfadados y resienten el hecho de tener que dar dinero por servicios que no están recibiendo. Si bien hay propuestas que ofrecen soluciones a este problema, hasta ahora el gobierno ha hecho improbable que los padres, que están lidiando con su propia inestabilidad financiera, se conviertan en la red de seguridad de los proveedores de servicios privados de guardería, estudios superiores en F.P y estudios universitarios de pago. Esto enfrenta a los dos grupos, cuyos destinos están estrechamente entrelazados, uno contra el otro.
Así que los padres son los más afectados por la inacción del gobierno y pagan sumas exorbitantes por una atención de alta calidad, mientras que los trabajadores suelen ganarse la vida a duras penas realizando un trabajo que es fundamental para nuestra economía. Los padres y los proveedores de atención privada se culpan mutuamente cuando el gobierno le ha fallado a ambos grupos.
Esta crisis exige un rescate de las familias trabajadoras . El gobierno debería dar a los trabajadores un estipendio en efectivo o un pago para ayudarles a asegurar el cuidado de los niños una vez que la economía se reabra. Lo ideal sería que las empresas de cuidado infantil pudieran soportar el resto del cierre de la pandemia sin tener que cobrarles a los padres.
Tal vez se inspiren en la idea de que este momento de nuestra historia definirá nuestros valores durante una generación. Finalmente, los padres tienen una verdadera oportunidad de ayudar a construir algo mejor para el futuro, para que sus hijos no hereden el mismo sistema roto.
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