Enseñar a un niño con autismo a compartir

Equipo Editorial PlazaToy

Introducción

El acto de compartir es una habilidad social fundamental que se desarrolla de forma natural en la mayoría de los niños a medida que crecen. Implica comprender la perspectiva del otro, gestionar la posesión de objetos, esperar turnos y cooperar. Sin embargo, para los niños con Trastorno del Espectro Autista (TEA), esta habilidad puede ser particularmente desafiante.

Las características propias del autismo, como las dificultades en la interacción social, la comunicación, la rigidez en el pensamiento y los intereses restringidos, pueden hacer que el concepto de compartir resulte abstracto o incluso amenazante. Un juguete favorito puede ser percibido como una extensión de sí mismos, y la idea de cederlo, aunque sea temporalmente, puede generar ansiedad o frustración.

Enseñar a compartir a un niño con autismo no es una cuestión de «obligar», sino de enseñar una habilidad social compleja de forma estructurada, paciente y adaptada a su forma de aprender. No se trata solo de ceder un objeto, sino de comprender el valor de la reciprocidad y la interacción.

En este artículo, exploraremos en profundidad:

  • Por qué compartir es un desafío para los niños con autismo.
  • Los prerrequisitos para el aprendizaje del compartir.
  • Estrategias paso a paso para enseñar a compartir.
  • El uso de apoyos visuales y refuerzos positivos.
  • Cómo manejar las dificultades y la frustración.
  • La importancia de la generalización de la habilidad.
  • Consejos para padres, educadores y terapeutas.

¿Por qué compartir es un desafío en el autismo?

Para comprender las dificultades, es crucial entender las características del TEA que influyen en el acto de compartir:

1. Dificultades en la teoría de la mente

La teoría de la mente es la capacidad de atribuir estados mentales (creencias, deseos, intenciones) a uno mismo y a los demás. Los niños con autismo a menudo tienen dificultades para entender que otra persona tiene deseos o necesidades diferentes a las suyas. Si un niño quiere un juguete, puede no comprender que otro también lo desea o que su amigo se sentirá triste si no se lo presta.

2. Intereses restringidos y repetitivos

Muchos niños con autismo desarrollan intereses intensos y específicos en ciertos objetos o temas. Un juguete puede ser de vital importancia para ellos, y la idea de que alguien más lo toque o lo use puede generar una gran ansiedad o resistencia. La rigidez en el pensamiento también puede hacer que les cueste aceptar que un objeto pueda ser usado por más de una persona.

3. Dificultades en la comunicación social

Compartir implica comunicación: pedir, ofrecer, negociar, esperar. Las dificultades en el lenguaje verbal y no verbal (gestos, expresiones faciales) pueden impedir que el niño exprese su deseo de compartir o entienda las señales de los demás.

4. Dificultades en la regulación emocional

La frustración o la ansiedad que surge al tener que ceder un objeto puede ser abrumadora para un niño con autismo, que a menudo tiene dificultades para regular sus emociones. Esto puede llevar a rabietas o comportamientos desafiantes.

5. Dificultades en la planificación y flexibilidad

Compartir requiere flexibilidad para cambiar de actividad o para esperar. La rigidez cognitiva puede dificultar esta adaptación.


Prerrequisitos para enseñar a compartir

Antes de abordar directamente el compartir, es útil trabajar en habilidades previas:

  1. Atención conjunta: la capacidad de mirar el mismo objeto o actividad que otra persona.
  2. Imitación: copiar acciones simples de un adulto o un par.
  3. Espera de turnos: fundamental para cualquier interacción social.
  4. Comprensión de instrucciones simples: «dame», «pon», «espera».
  5. Identificación de emociones básicas: reconocer la alegría o la tristeza en otros.

Estrategias paso a paso para enseñar a compartir

La enseñanza debe ser estructurada, gradual y con apoyos visuales.

Paso 1: Empezar con objetos duplicados o abundantes

  • Objetos idénticos: tener dos coches iguales y que cada niño tenga uno. Esto reduce la ansiedad por la posesión.
  • Materiales abundantes: bloques, plastilina, pinturas. Hay suficiente para todos, lo que facilita la idea de que «hay para ti y para mí».

Paso 2: Enseñar el concepto de «mi turno» y «tu turno»

  • Juegos de turnos simples:
    • Rodar una pelota: «mi turno», «tu turno».
    • Juegos de mesa sencillos: usar un temporizador visual para marcar el tiempo de cada turno.
  • Apoyos visuales:
    • Tarjetas con «mi turno» y «tu turno».
    • Reloj de arena o temporizador visual para indicar cuánto tiempo tiene cada uno.

Paso 3: Modelar y guiar el compartir

  • El adulto modela: el adulto comparte un objeto con el niño, verbalizando: «Mira, yo comparto mi coche contigo».
  • Guía física: si es necesario, guiar suavemente la mano del niño para que entregue el objeto, siempre con una sonrisa y verbalizando «compartir».
  • Refuerzo positivo inmediato: alabar y recompensar cualquier intento de compartir, por pequeño que sea. «¡Muy bien, has compartido el coche! ¡Qué bien!»

Paso 4: Introducir el intercambio de objetos

  • Intercambio directo: «Te doy mi coche, y tú me das tu pelota».
  • Juegos de «dame y toma»: el adulto pide un objeto, el niño lo da, y el adulto lo devuelve rápidamente.

Paso 5: Generalizar la habilidad a diferentes contextos

  • Con diferentes personas: practicar con padres, hermanos, abuelos, amigos.
  • En diferentes lugares: en casa, en el parque, en la escuela.
  • Con diferentes juguetes: empezar con los menos preferidos y avanzar hacia los más deseados.

Uso de apoyos visuales y refuerzos positivos

Apoyos visuales

  • Historias sociales: pequeños cuentos personalizados que describen la situación de compartir, qué se espera del niño y cómo se sentirá bien al hacerlo.
  • Secuencias de imágenes: tarjetas que muestran los pasos para compartir (ej: «1. Pido el juguete», «2. Espero mi turno», «3. Juego», «4. Lo devuelvo»).
  • Temporizadores visuales: para indicar el tiempo de juego de cada persona.
  • Tableros de recompensas: si el niño comparte, gana una estrella que luego puede canjear por una actividad o juguete preferido.

Refuerzos positivos

  • Elogios específicos: «Me encanta cómo has compartido tu juguete con tu hermano».
  • Recompensas tangibles: pegatinas, pequeños juguetes, tiempo extra con un juguete favorito.
  • Refuerzos sociales: abrazos, sonrisas, chocar las cinco.

Es crucial que el refuerzo sea inmediato y consistente para que el niño asocie la acción de compartir con una consecuencia positiva.


Manejo de dificultades y frustración

Es normal que surjan dificultades. La clave es la paciencia y la consistencia.

  • Anticipar situaciones: si sabes que un juguete es muy preciado, ten un duplicado o prepara una actividad alternativa.
  • Ignorar comportamientos no deseados (si son leves): si el niño se aferra al juguete sin agresión, ignora el comportamiento y redirige la atención.
  • Intervenir en caso de agresión: si hay empujones o gritos, intervenir de inmediato, separar a los niños y explicar con calma que «no se pega» o «no se grita».
  • Ofrecer opciones: «Puedes compartir este juguete o jugar con este otro».
  • Validar la emoción: «Entiendo que estés enfadado porque quieres el juguete, pero ahora es el turno de tu amigo».

La importancia de la generalización

Una vez que el niño aprende a compartir en un contexto, el siguiente paso es que pueda aplicar esa habilidad en diferentes situaciones, con diferentes personas y con diferentes objetos.

  • Practicar en diversos entornos: en casa, en el parque, en la guardería, en casa de amigos.
  • Variar los compañeros de juego: hermanos, primos, amigos, compañeros de clase.
  • Usar una amplia gama de juguetes: desde los menos preferidos hasta los más deseados (siempre con precaución y preparación).

Consejos para padres, educadores y terapeutas

  • Ser un modelo a seguir: los niños aprenden por imitación. Comparte tus cosas con ellos y con otros adultos.
  • Crear oportunidades para compartir: organizar juegos cooperativos, actividades en grupo.
  • Ser paciente y constante: el aprendizaje de habilidades sociales lleva tiempo.
  • Comunicación clara y sencilla: usar frases cortas y directas.
  • Colaboración entre entornos: que padres, maestros y terapeutas utilicen las mismas estrategias y lenguaje.
  • Celebrar cada pequeño avance: cada vez que el niño comparte, por mínimo que sea, es un gran logro.

Finalmente

Enseñar a un niño con autismo a compartir es un proceso que requiere comprensión, paciencia y estrategias adaptadas. No se trata solo de ceder un objeto, sino de construir una base para la interacción social, la empatía y la reciprocidad.

Al desglosar la habilidad en pasos pequeños, utilizar apoyos visuales, ofrecer refuerzos positivos y ser consistentes, podemos ayudar a los niños con TEA a desarrollar esta habilidad crucial. El objetivo final no es solo que compartan un juguete, sino que comprendan el valor de la conexión humana y la alegría de interactuar con los demás.


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