Cómo trabajar la autoestima en niños con discapacidad

Estrategias, historias y el poder de creer en uno mismo


Introducción: cuando la mirada lo cambia todo

Recuerdo perfectamente el día que mi hijo salió del colegio con la cabeza gacha. “Soy tonto, papá”, me dijo. Esa frase desgarró más que cualquier diagnóstico médico. No era verdad, pero así se sentía. Ahí comprendí que la autoestima es el mayor desafío oculto en los niños con discapacidad: no solo aprenden más lento o de manera diferente, sino que además cargan con etiquetas, comparaciones y silencios que los hieren.

Trabajar la autoestima no es un lujo opcional; es un deber urgente. Porque un niño que cree en sí mismo derriba barreras que los adultos a veces consideramos imposibles.


Cómo se construye la autoestima

La autoestima de cualquier niño se forja en tres frentes principales:

  • La mirada familiar: lo que oye en casa, lo que le repetimos, lo que le transmitimos.
  • La experiencia escolar: el modo en que aprende, se le refuerza y se le incluye.
  • La voz social: cómo lo tratan compañeros, vecinos, incluso desconocidos.

En un niño con discapacidad, estos tres frentes son aún más determinantes. Una palabra hiriente puede dejar huella, pero una palabra de confianza puede convertirse en la semilla de su futuro.


Estrategias prácticas para fortalecer la autoestima

💡 Reforzar logros pequeños: no esperar grandes hitos, sino celebrar cada avance. “Has leído una palabra más que ayer, ¡qué bien!”.

💡 Lenguaje positivo: evitar etiquetas negativas (“eres lento”, “es que tú no puedes”) y cambiarlas por reforzadores (“cada uno aprende a su ritmo”, “lo estás intentando fuerte, eso vale mucho”).

💡 Roles activos en casa y en clase: permitir que tengan responsabilidades reales (poner la mesa, repartir hojas en clase, ser “el experto” en algo que dominan).

💡 Visibilizar los talentos: ayudar a que brillen en aquello que más disfrutan (dibujar, memorizar datos, cantar, construir).

💡 Entorno respetuoso: acuerdos claros contra burlas en el aula y defensa activa de su dignidad.

👉 En mi hijo, su autoestima cambió radicalmente cuando el profesor le pidió que fuera el “experto en dinosaurios” en el aula. Pasó de sentirse invisible a ser admirado por los demás.


Historias que inspiran

  • María, con síndrome de Down, ganó confianza cuando en el colegio le permitieron dirigir la coreografía de un baile escolar. Todos la seguían, y su sonrisa hablaba de dignidad.
  • Pedro, con TDAH, siempre era “el inquieto”. Un día, el profesor creó una dinámica donde él podía ser el encargado de mover equipos y ayudar con el material. Por primera vez, su energía fue vista como virtud.
  • Mi hijo, que con dislexia sufría cada dictado, encontró su fuerza en el teatro: frente al escenario, su voz cobraba vida y eso curaba las heridas del aula.

Papel de la familia

Las familias somos el espejo más fiel de cómo se ven a sí mismos.

  • Evitar sobreprotección: transmitir confianza en sus capacidades.
  • Escuchar sin juzgar: que sientan que su voz importa.
  • Acompañar en errores y frustraciones con calma y sin dramatizar.
  • Recordarles cada día que valen más de lo que su dificultad intenta esconder.

Papel de la escuela

  • Crear un clima de respeto y cooperación en el aula.
  • Reconocer públicamente los logros de todos los alumnos, no solo de los académicamente brillantes.
  • Implementar actividades cooperativas donde cada niño tenga un rol significativo.
  • Evitar la comparación entre alumnos como medida única de éxito.

Referencias de autoridad


Cierre: creer es abrir futuro

La autoestima es más poderosa que cualquier terapia o material didáctico. Un niño que se siente valioso se atreve, insiste, se equivoca y vuelve a intentarlo.

👉 Como padre, descubrí que lo que mi hijo más necesitaba no era un manual de lectura, sino mi mirada de confianza. Cada vez que yo creía en él, él también aprendía a creer en sí mismo.

Una escuela inclusiva comienza aquí: no solo enseñar a leer, escribir o sumar, sino enseñar a mirarse al espejo y pensar: “Yo puedo, yo valgo”.

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