La granada y el manzano disputaban sobre quien de ellos era el máximo.
Cuando la discusión estaba en lo más ardiente, un espino, desde su vecindad alzó su voz diciendo severamente:
– Por favor, mis amigos, en mi presencia, al menos déjense de esas vanas discusiones.
Quien tiene el poder de castigar, termina siendo el máximo.