Un lobo acusó a una zorra de robo, pero la zorra, siendo en realidad inocente, negó totalmente la acusación.
Un mono se ofreció a juzgar el asunto entre ellos.
Cuando cada uno había declarado totalmente su caso, el mono dio esta sentencia:
–No pienso que usted, señor lobo, hubiera perdido lo que reclama; y usted, señora zorra, por sus antecedentes, creo que realmente robó lo que tan fuertemente niega.»
Los deshonestos, con su mal prestigio, cuando actúan honradamente, no consiguen ningún crédito.