Un hombre rico se mudó a vivir cerca de un curtidor, e incapaz de aguantar el olor desagradable de la curtiduría, presionó a su vecino para que se marchase de la vecindad.
El curtidor aplazaba su salida una y otra vez, diciendo siempre que él se marcharía pronto. Pero como todavía se seguía quedando y no se marchaba, con el paso del tiempo, el hombre rico se acostumbró al olor, y no sintiendo ya más la molestia, no hizo de nuevo ninguna queja adicional.
La persistencia de una situación dada, la llega a hacer imperceptible.