Los dos soldados y el ladrón

 

 

Dos soldados que viajaban juntos fueron atacados por un ladrón. Uno huyó lejos; pero el otro se mantuvo en su puesto y se defendió él mismo con su toda su fuerza y valor. El ladrón fue vencido, y entonces el compañero tímido volvió corriendo y sacó su espada, y moviendo su capa de viaje en el aire dijo:

–Voy sobre él, y me aseguraré que haya aprendido a quien ha atacado.–

En esto, el que había luchado contra el ladrón respondió:

–Me gustaría que me hubieras ayudado en ese momento, aun si hubiera sido sólo con esas palabras, creyéndolas ser verdaderas, ya que yo fui el más valeroso. Pero ahora, guarda tu espada en su vaina y calla tu lengua igualmente inútil, antes de que puedas engañar a otros que no te conocen. En efecto, yo, que he experimentado con que velocidad te escapas, sé con buen derecho que ningún honor puede ser colocado en tu valor.»

 

Nunca hay que vanagloriarse de lo que no hemos hecho.

 

 

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