Cierta vez un lobo, después de capturar a un carnero en un rebaño, lo arrastraba a su guarida.
Pero un león que lo observaba, salió a su paso y se lo arrebató.
Molesto el lobo, y guardando prudente distancia le reclamó:
— ¡Injustamente me arrebatas lo que es mío!
El león, riéndose, le dijo:
— Ajá; me vas a decir seguro que tú lo recibiste buenamente de un amigo.
Lo que ha sido mal habido, de alguna forma llegará a ser perdido.