El ciervo enfermo y sus acompañantes

 

Yacía un ciervo enfermo en una esquina de su terreno de pastos.

Llegaron entonces sus amigos en gran número a preguntar por su salud, y mientras hablaban, cada visitante mordisqueaba parte del pasto del ciervo.

Al final, el pobre ciervo murió, no por su enfermedad sino porque no ya no tenía de donde comer.

Más vale estar solo que mal acompañado.

 

Facebooktwitterpinterest

Deja un comentario