Un águila hizo su estancia en lo alto de un roble alto; una gata, habiendo encontrado un agujero conveniente, se asentó en el medio del tronco; y una cerda salvaje, con sus crías, tomó refugio en un hueco al pie del árbol. La gata hábilmente resolvió a destruir esta comunidad casual. Para realizar su diseño, subió a la estancia del águila, y le dijo:
— La destrucción viene para usted, y para mí también, lamentablemente. La cerda salvaje, a quien usted ve diariamente escarbando la tierra, desea desarraigar el roble, y entonces ella, en su caída, agarrará nuestras familias como alimento para sus crías.
Habiendo asustado así terriblemente al águila, ella se arrastró abajo a la cueva de la cerda, y le dijo:
— Están sus crías en gran peligro; ya que tan pronto como usted sale con su basura para buscar alimento, el águila está lista para saltar sobre uno de sus pequeños cerdos.
Habiendo infundido este terror en la cerda, la gata se fue y simuló esconderse en el hueco del árbol. Cuando la noche vino ella salió adelante con pie silencioso y obtuvo el alimento para ella y sus gatitos, pero fingiendo tener miedo, ella guardó vigilancia hasta el final del día. Mientras tanto, el águila, llena de terror por lo comentado sobre la cerda, se quedó quieta en las ramas, y la cerda, aterrorizada por lo dicho del águila, no se atrevió a salir de su cueva. Y así ambos, junto con sus familias, fallecieron de hambre, y se convirtieron en provisión amplia para la gata y sus gatitos.
Nunca te dejes dominar por los terroristas, pues sólo buscan tu ruina y destrucción.