El águila y el milano

 

 

Un águila, abrumada con una pena, se sentó sobre las ramas de un árbol en compañía de un Milano.

–¿Por qué– dijo que el Milano,– tienes una mirada tan pesarosa?–

–Busco– contestó ella,– un compañero conveniente para mí, y no he sido capaz de encontrarlo.–

–Acéptame– respondió el Milano,– soy mucho más fuerte que tú.–

–¿Y cómo eres capaz de asegurar los medios de vida por medio de los raptos?–

–Bien, yo a menudo he capturado y llevado a un avestruz en mis garras.—

 

El águila, persuadida por estas palabras, lo aceptó como su compañero.

Poco después de las nupcias, el águila dijo:

–Vuela y tráeme el avestruz que me prometiste.—

 

El milano, elevándose a lo alto en el aire, regresó con el ratón más lamentable posible, apestando por el tiempo que había estado sobre los campos.

–¿Es esta– dijo el Águila,– la realización fiel de tu promesa a mí?–

El milano contestó:

–Por alcanzar tu mano real, no hay nada que yo no hubiera prometido, por más que yo supiera que podría fallar en la realización.–

Para quien está decidido a alcanzar un objetivo deshonestamente, no le importa hacer promesas falsas.

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