Un conductor de camellos, después de completar la carga de su camello, le preguntó que le gustaría más: subir la colina o bajarla. La pobre bestia contestó, con muy buena razón:
–¿Por qué me lo pregunta? ¿Es que el camino plano por el desierto está cerrado?–
Burlarse del débil, creyéndole ignorante, no es una noble actitud.
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