El puercoespín y las serpientes

Un puercoespín estaba buscando un buen hogar. Por fin le gustó una pequeña cueva protegida, donde vivía una familia de serpientes. Les solicitó que le permitieran compartir la cueva con ellas, y las Serpientes accedieron amablemente.

Las Serpientes después de unos días desearon no haberle dado permiso para quedarse. Sus afiladas púas los pinchaban a cada paso, y al final le pidieron educadamente que se fuera.

«Estoy muy satisfecho, gracias», dijo el Puercoespín. «Tengo la intención de quedarme aquí». Y con eso, cortésmente escoltó a las Serpientes fuera de las puertas. Y para salvar sus pieles, las Serpientes tuvieron que buscar otro hogar.

 

Da un dedo y pierde una mano.


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