El lobo y el labrador

 

 

Llevó un labrador su yunta de bueyes al abrevadero.

 

Caminaba por ahí cerca un lobo hambriento en busca de comida.

 

Encontró el lobo el arado y empezó a lamer los bordes del yugo, y enseguida y sin darse cuenta terminó por meter su cabeza adentro. Agitándose como mejor podía para soltarse, arrastraba el arado a lo largo del surco.

 

Al regresar el labrador, y viéndolo en esta actividad le dijo:

 

— ¡Ah, lobo ladrón, que felicidad si fuera cierto que renunciaste a tu oficio y te has unido a trabajar honradamente la tierra!

 

A veces, por casualidad o no, los malvados parecieran actuar bien, mas su naturaleza siempre los delata.

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