Un muchacho que se bañaba en un río estaba en peligro de ahogarse. Pidió ayuda a un viajero que pasaba por allí, pero en vez de darle una mano de ayuda, el hombre estuvo parado indiferentemente, y reprendió al muchacho por su imprudencia.
–¡Ay, señor!– gritó el joven, –por favor, ayúdeme ahora y repréndame después.
Dar consejos sin dar la ayuda, de nada vale.