Los probióticos literalmente significan pro-vida, y los antibióticos significan anti-vida. Los probióticos, son excelentes para tomarlos junto con los antibióticos ya que ayudan a contrarrestar sus efectos secundarios, como la diarrea. Es difícil pensar en las bacterias que viven en nosotros y que realmente nos son útiles, pero el problema radica en la batalla entre las bacterias buenas y las malas, y cuando las bacterias malas terminan imponiéndose, nos enfermamos.
Los probióticos contienen bacterias y ayudan a nuestro organismo a funcionar correctamente. El más común, el lactobacilus, cambia la acidez de nuestro aparato digestivo y lo hace funcionar correctamente. El problema es tratar de asegurar que suficientes bacterias lleguen hasta el final del intestino para hacer su trabajo.
Los prebióticos, por otro lado, no contienen bacterias, pero sí alimentos que no son digeridos en la primera parte de nuestros sistemas, y llegan intactos al intestino grueso. Aquí es donde las bacterias sanas prosperan.
Los lactobacilos pueden encontrarse en los productos lácteos, por ejemplo, e incluso en alimentos fermentados como el chucrut. Ejemplos de frutas y verduras con alto contenido de prebióticos son los tomates y los plátanos. Hay muchos pre/probióticos disponibles en las estanterías de los supermercados, especialmente en las secciones de productos lácteos. Los alimentos procesados y las dietas bajas en fibra permiten que las bacterias patógenas abrumen a las buenas y disminuya la función del colon. Cuando las bacterias patógenas toman el control, permiten que prosperen las infecciones .